martes, 27 de abril de 2010

ABOLICIÓN / ABOLICIÓ


Pocos temas están tan en boca de todos como el de la tauromaquia, algunos defendiendo que supone el mayor exponente de la cultura española y otros abogando por su más rápida prohibición de acuerdo con lo que consideran un atentado contra los derechos más básicos de los animales.

En estos últimos meses, lo que hasta ahora era un debate meramente ideológico y abstracto, ha saltado a la gran pantalla ,es decir, a la política nacional, en razón a diferentes campañas políticas que no hacen sino dar forma de ley a las 2 maneras de pensar que hay sobre este espinoso tema que, desde luego, no deja a nadie indiferente.

Por un lado se dió a conocer hace ahora un mes el proyecto de ley respaldado por Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, según el cual el mundo de la tauromaquia en general y las corridas de toros en particular, no sólo se mantendrían sino que pasarían a constituirse como un bien cultural y nacional, con todos los beneficios económicos y de protección que ello supone. Lo más llamativo, sin embargo, no es esta propuesta, pues ya es por todos conocida la opinión que merecen estos “espectáculos” en el partido que respalda a esta señora, sino el momento en que se desarrolló y llevó a la prensa ( acompañada con foto polémica para la ocasión ) la irritante propuesta de ley por la cual la tauromaquia lejos de suponer una vergüenza e insulto al normal desarrollo y avance cultural de una sociedad desarrollada como la que creo es la nuestra, se pondría al nivel del mejor literato o artista. Y me refiero como llamativamente sospechoso a ese momento por no tratarse de una propuesta en sí misma, sino de una contra-propuesta, una estocada al proyecto de ley impulsado una semana antes por una mayoría reseñable de la “Generalitat de Catalunya”, por el cual se pedía el cese de la actividad taurina en las ciudades y pueblos en su área de influencia.

¿Estamos pues realmente hablando de tauromaquia? O, por el contrario, esto es un mero instrumento para debatir temas más políticos que ideológicos...

Los de un lado echan en cara que el deseo de abolición de la tauromaquia no es tanto por el sufrimiento animal sino por el hecho de ser una fiesta “nacional”, siendo ésta una nación que no les representa, mientras que los del otro lado ven en la iniciativa de la presidenta de Madrid, una ley oportunista que no hace sino caldear, aún más, el debate España- Catalunya.

A pesar de que claramente ese “otro debate” político es importante y, en mi opinión, necesaria su rápida resolución, no creo que al toro que echan a una plaza con el único fin de que un hombre , por llamarle de alguna manera, disfrazado de payaso le clave unas cuantos banderines, le importe mucho si su muerte se esta dando cita en España o en Catalunya, o si las banderillas que penetran en sus músculos llevan impresa la bandera española o catalana.

El desprecio hacia la tortura no entiende, según mi opinión, de signos políticos o naciones, sino de la más pura lógica por la cual una actividad basada en el maltrato, la sangre y el aplauso al sufrimiento no puede ser ,en pleno siglo 21,usada como símbolo nacional y mucho menos pretender que ese avergonzante “arte” sea uno de los elementos más reconocidos de nuestra sociedad al otro lado de las fronteras, dado que de ser cierto ese unánime apoyo y fiel relación entre la sociedad española y la tauromaquia, entiendo y apoyo la inadversión de la sociedad catalana no sólo al “monstruo” del toreo sino al país que le da de comer.