lunes, 23 de agosto de 2010

Oxidada inocencia


Hoy me siento invadido por los recuerdos, por los recuerdos de una infancia, la mía...
El detonante, una caja con un violín. El promotor, una cabeza que no deja de darle vueltas a la vida y de nutrirse de las pocas sensaciones que quedan en un mundo tan pobre y artificial como éste.
Ahora se pasean imágenes incoherentes que ni yo mismo entiendo, imágenes que sólo pueden ordenarse bajo el compás de un violín que hoy destapé y que tanto arte inyectó en mis venas. Arte asfixiado por el trabajo, arte ahogado por la madurez obligada, arte escondido por las máscaras que te coloca la vida.
Busco el origen, aquel punto en el que decidimos los primeros trazos del cuadro de nuestro futuro, aquel momento en que vacías la caja de lo imprevisto, lo espontáneo, lo natural, lo inocente... y decidimos llenarlo con obligaciones y sentimientos oxidados.
Siempre supe que el arte era lo más importante que tengo en la vida (y que cada uno entienda por arte lo que le sugiera), arte que te deja volar, arte al que lloras y al que ríes.
La vida en cierto modo es un laberinto en el que todos conocemos la salida y al que entramos con el reloj imparable del tiempo.
Yo quiero encontrar nuevas salidas, quiero disfrutar de ese puñado de minutos que me regaló la vida, quiero seguir destapando ese violín que se apodera de mis lágrimas más sinceras.
Lágrimas limpias, lágrimas sin contracaras, lágrimas de inocencia.

3 comentarios:

  1. Cuando empece a destapar cajones y emocionarme me dije: "de modo que hacerse mayor era esto"

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  2. el arte es inocencia y autenticidad... nunca hay que dejar de bañar nuestra vida en arte, debemos tratar de mantenerlo para mantener también todo lo que conlleva

    nunca es tarde..

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  3. Jo...ojalá no fuera tan complicado robarle al maldito tiempo un poquito para disfrutar de esas cosas que son tan importantes en la vida.

    Yo al menos, lo intento. Una pizquita cada día...

    saludos caóticos

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